Una izquierda equivocada, timorata, lenta y presumida


Alejado ya de muchos e intensos años de gestión en el sistema penitenciario y sus alrededores quiero compartir algunas reflexiones, emociones, sugerencias, a partir de lo vivido. Así que, puesto el cuore en modo autocrítica, paso a contarles.

1.    El lado equivocado de mi izquierda

Es condición absolutamente necesaria (no suficiente) para construir un sistema penitenciario que funcione razonablemente bien disminuir radicalmente el número de presos que allí se alojan. Pensar en la prisión como dispositivo privilegiado, casi exclusivo, para disponer una pena justa y útil a la persona sancionada, dándole además la oportunidad de volver a la vida en comunidad con razonables chances de éxito es tan equivocado, ingenuo, iluso y dañino como que los padres pensemos en la penitencia como dispositivo único para educar a nuestros hijos. 

En buen romance: hay muchísimas personas privadas de libertad hoy (y todo parece indicar que las va a haber mañana), que el último lugar donde debieran estar es en la prisión, si es que tenemos de verdad el deseo y la esperanza de que abandonen el jodido mundo del delito. 

Y este circuito —pobreza/delito/cárcel/pobreza/delito/cárcel— mi izquierda no solo no lo vio funesto sino que lo fortaleció.

Desde mi modesto punto de vista y sin ser experto en la materia, entre otras cosas debimos y no hicimos:

a.    Disminuir las penas de algunos delitos.

b.    Dar muchas más posibilidades a los jueces para aplicar medidas alternativas a la prisión.

c.    Fortalecer muchísimo los programas de medidas alternativas a la prisión y de reinserción social.

d.    Instrumentar políticas claras y decididas que promuevan las salidas anticipadas.

En síntesis: mantener la lógica infantil de la política penal punitivista hizo (y hará) derrapar las buenas intenciones con relación a las políticas penitenciarias y pospenitenciarias, por buenas que hayan sido (sean y vayan a ser) tales intenciones.

2.    Mi izquierda timorata

Creo que por miedo a perder votos fuimos dejando de ser izquierda e hicimos las cosas y hablamos, en términos de seguridad, como lo hacen los sectores conservadores. Más personas en prisión que en medidas alternativas. Más gente, plata, tecnología, capacitación en todo lo que tiene que ver con el componente represivo de la seguridad que con su componente no represivo, rehabilitador o como quiera llamarlo usted. Más Guardia Republicana que Policía Comunitaria. En ocasiones, adoptamos un lenguaje duro, torpe y agresivo, cocinado más en las marmitas de trasnochados violentos que en ciudadanos con una visión de izquierda.

Y la izquierda es otra cosa. Comprendemos el fenómeno del delito de otro modo. «Firmes en el combate al delito, pero implacables en las causas que lo generan», se dijo el 1º de marzo de 2005.

Y es así; somos fraternos, integradores, dadores de oportunidades, sensibles y utópicos, creemos más en el diálogo que en el palo. 

Ningún cambio positivo en la vida ocurre, si la condición es que uno se niegue a sí mismo, cualquiera sea el motivo. Es necesario, posible y deseable empatizar con los valores del sector conservador de la sociedad. Algunos de ellos, además, son valores compartidos. Pero esto no puede suponer presentarme como lo que no soy. Si esto fuera así, el Frente Amplio no hubiera existido. 

Somos distintos; en ocasiones tendremos razón, en otras más o menos y en otras no. Pero en todas ellas, solo a partir de lo que orgullosamente somos, podremos salir a conversar amablemente con los vecinos y las vecinas para explicar por qué creemos las cosas que creemos, intentando persuadirlos e invitándolos a sumarse a la divina locura colectiva de construir una sociedad más amorosa y fraterna que la que hoy tenemos recorriendo caminos totalmente diferentes a los que hasta ahora hemos fatigosamente andado.

3.    Mi izquierda lenta

En quince años, entre otras cosas y sin que la lista suponga un orden de prelación, no supimos/pudimos:

a.    Constituir al sistema de cárceles como un servicio descentralizado con un ministerio de referencia que no fuera el Ministerio del Interior.

b.    Sacar a la dinali de la órbita del Ministerio del Interior. (De este y otros temas hablé en el primer artículo de este blog: «El futuro de la dinali, el futuro del país».)

c.    Fortalecer como es necesario los servicios de penas alternativas a la prisión y pospenitenciarios.

d.    Armar un plan nacional de atención al consumo problemático de drogas en cárceles y en los servicios pospenitenciarios. En este terreno, nuestro fracaso fue mayúsculo e injustificable, a mi juicio.

e.    Legislar para regular/promover/mejorar el trabajo en cárceles y en lo pospenitenciario y a partir de tal legislación armar un plan nacional de trabajo/educación en todas las modalidades imaginables. Otro fracaso nuestro significativo.

f.     Construir una normativa transparente y virtuosa para el ingreso al sistema de cárceles de organizaciones de la sociedad civil.

g.    Buscar y consolidar equipos de civiles muy capacitados en la dirección de las unidades penitenciarias, sobre todo en las más complejas. 

En fin, como repito siempre, querida gente, no pretendo en estos pocos garabatos agotar ninguna discusión; me contento con insinuarla. No busco culpables (en todo caso, de ser necesario, ubíqueme primero en esa inútil lista),  solo mejores senderos posibles porque en nuestra superación le va la vida al pobrerío. 

4.    Mi izquierda presumida.

Epílogo quieren las cosas. Y en este en particular diré tanta obviedad que escozor me causa. Pero lo siento necesario.

En la izquierda del mañana, y yo en ella, quiero que:

Seamos más humildes. No sabíamos mucho más del mundo cárcel que eslóganes toscos, teorías (solo teorías) más o menos consolidadas, prejuicios tontos y dañinos. Y llegamos como si fuéramos los Einstein de las cuestiones a abordar. Y el problema más gravoso (aunque sutil) de la soberbia no es su condición de mala consejera, sino que te anestesia el corazón. Y solo se puede dirigir estos asuntos absolutamente humanos con el corazón en la mano y en vigilia.

Seamos menos prejuiciosos. Los gestos de solidaridad, de humanidad, de amor más conmovedores, las enseñanzas, muchas o pocas, recibidas, los mejores consejos que me fueron susurrados al oído en estos años para adentrarme en este territorio tan áspero, tan complejo, donde todo está por definirse, todo eso y mucho más, lo recibí de gente que nunca votó, ni votará a la izquierda. Si la ideología vira en neblina que no nos permite distinguir un vecino con quien matear fraternalmente de un obstáculo a sortear, estamos en problemas.

Seamos más fraternos. Nadie va creer que queremos la sociedad del pan y de las rosas, si andamos entre nosotros como si fuéramos los hermanos Dalton con Lucky Luke.

Seamos más estudiosos, ni que decir. Pero sobre todo recorramos más, andemos a pata. En aquellos rincones más inhóspitos de nuestra sociedad, los más oscuros, donde antes había militantes de izquierda hoy solo hay religiosos. Hay de izquierda si nos pagan. 

Hablemos más de nuestros sueños, apuntemos al corazón. No hay idea que germine, por genial que fuere, si no se la riega con ilusión, caricias y ternura. 

Jaime Saavedra

Comentarios

  1. Jaime querido, no sólo se evitan los problemas carcelarios enviando menos personas a prisión. Es como si dijéramos, bueno, para mejorar el Hospital Vilardebo, internemos menos, que es la propuesta de "desmanicomializacion" que anda por allí. Entiendo que tu experiencia debe haber sido muy difícil y muy valorable, y por ello tu opinión es de suma importancia. Pero reducir las penas, prisión en domicilio, de hecho es lo que hace hoy el nuevo CPP. Pero, ¿ha cambiado la situación dantesca de las cárceles? ¿Las riñas, disputas y asesinatos intracarcelarios? ¿Los delitos cometidos desde la cárcel? ¿Ha mejorado en algo algún aspecto de rehabilitación, educación, aprendizaje de oficios? ¿Inclusión laboral posterior? ¿Seguimiento de excarcelado? ¿Ha dusminuido la reincidencia? Prevención, rehabilitación, inserción laboral con seguimiento. Este es el país de la Ong. ¿Pues no pueden sumar? ¿Aportar planes, ideas, colaborar? No se si la izquierda es timorata. El progresismo laussez faire, y viva la Pepa, generó mucha lumpenizacion. Hay hombres de 26 años que hace más de 10 que viven en la calle. Son muchos años en la vida de una persona. Se dejó pasar el tráfico del menudeo - gracias Guarteche - y hoy los más pobres viven desde hace años los atropellos y dominación de los "perros" narcos. Coptaron a familias enteras para el micro tráfico. ¿Como vas ahora marcha atrás? Y vmcibbresiecto a la legalización de la producción de la marihuana, lo dije y sucedió, hoy hay cultivadores neonarcos exportando "de la super" a Brasil.

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