Manual del perfecto frutillita

Una linda visita al despacho del senador Charles Carrera y un breve intercambio con su amable y muy trabajador equipo generó esta cuarta entrada. Paso a aburrirlos.

Trataré de resumirlo de modo claro: se nos dice frutillitas a todos aquellos que en términos de seguridad y afines somos más proclives a creer en aquellas políticas y métodos inspirados en los principios de fraternidad, inclusión social, cuidado, cobijo y esperanza que en aquellos inspiradas en principios de represión, contención y segregación. Es decir, más del lado del amor y del abrazo que del mazo y de la porra.

Obviamente, se nos dice frutillitas en sentido despectivo. En el mejor de los casos, como sinónimo de ingenuo. Pero la idea que se transmite es: «los principios y las prácticas que ustedes sostienen no van a solucionar el gigantesco mal que hay que enfrentar». 

Sobre esta idea, por hoy solo señalaré lo siguiente. Lo que sí sabemos dolorosamente en nuestro país y en nuestra América es que las prácticas inclinadas casi exclusivamente a los componentes represivos no solo han fracasado estrepitosamente en términos de constitución de una convivencia sana sino que han traído aparejados otros males tan absolutamente gravosos como evitables para la convivencia.

De modo que los Rambos fracasaron. Los Heidis estamos por probarnos.

Así las cosas, no solo despojo al concepto frutillita de cualquier connotación negativa, sino que lo abrazo con cariño, lo encuentro colorido, dulce, sabroso y lo portaré desde hoy con orgullo. Con tanto orgullo, que hoy les presento la versión inicial del Manual del perfecto frutillita, esperando que entre todos los frutillitas —que somos muchos más de lo que suponemos pero no nos hemos organizado— lo mejoremos (sepa, amable gente, que a los frutillitas nos gusta más lo colectivo que el dulce de leche).

Bien, ilusionado entonces en que más vale 100 frutillitas volando que un Rambo en mano, vayamos al manual.

Manual del perfecto frutillita

Un frutillita que se precie cree que:

1. Los problemas de convivencia (homicidios, hurtos, rapiñas, otros) están mucho más vinculados a la impúdica y desigual distribución de la riqueza y las oportunidades que a cualquier otro factor. Es una utopía psicológica pensar que el Cerro Norte, Casabó y Casavalle van a convivir armónicamente con Punta del Este. Nunca ocurrió ni va a ocurrir en ningún país del mundo ni en ningún momento de la historia.

2. Es absolutamente indispensable legalizar el uso de todas las drogas en Uruguay. Es mucho menos dañina la persona más problematizada con el uso indebido de drogas que el más novel e ingenuo de los narcotraficantes.

3. La tasa de prisioneros de Uruguay imposibilita el funcionamiento mínimamente razonable del sistema penitenciario. Es necesario, entonces, entre otras cosas:

a. Liberar a muchas personas que hoy están en prisión y que todos los operadores penitenciarios saben que el último lugar en el que deberían estar para atender su problema es la cárcel. Del mismo modo que los padres no podemos apostar a la penitencia como dispositivo privilegiado para educar a nuestros hijos, como sociedad no podemos seguir apostando al encierro como dispositivo casi único para la resocialización o como quiera usted llamarle.

b. Fortalecer los dispositivos de libertad asistida y salidas transitorias, que además de ser más eficientes son muchos más baratos que la cárcel. Muchos países, no comunistas ni anarquistas, no vaya pensar, sino liberales y conservadores, por cada medida privativa de libertad tienen cuatro dispuestas como medidas alternativas. 

c. Robustecer los programas de reinserción social para personas liberadas en torno a cinco ejes: trabajo, educación, vivienda, acompañamiento psicosocial y programas para abordar el uso problemático de drogas.

El manual se irá perfeccionado y enriqueciendo, porque somos muchos los que creemos que para construir una sociedad como la que merecemos es mucho más importante un abrazo dado a tiempo que mil cámaras de videovigilancia o cuatrocientos helicópteros. 

Todos, en definitiva, somos hijos del amor, del perdón y de las oportunidades. 

¡Frutillitas del mundo, uníos!

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